Poco después del inicio de la era cristiana, surgió en el Altiplano central, la primera gran civilización urbana del México Antiguo, su nombre: Teotihuacan, la “ciudad donde los hombres se hacen los dioses”.
La ciudad se inició alrededor del año 100 a.C., aunque el sitio se encontraba poblado al menos desde el año 800 a.C. Se asentó en el centro del valle a partir de un eje rector orientado de norte a sur, en el que se dispuso una calzada principal decasi 4 km de longitud, mientras que el cauce del antiguo río San Juan fue desviado para formar el cruce con un eje oriente-poniente.
Fue así como los cuatro cuadrantes fueron dispuestos para distribuir en ellos los monumentales edificios ceremoniales, civiles y habitacionales. El periodo de esplendor de la ciudad ocurrió aproximadamente entre los años 250 y 650 de nuestra era, con el desarrollo de complejos sistemas sociales, una extensa red comercial que cubría rutas por toda Mesoamérica y una fuerte influencia cultural que comprendía aspectos estilísticos en el campo de la arquitectura, la pintura y la escultura.
Un ejemplo de ello es el uso del sistema constructivo a base de talud y tablero. En esa época la ciudad alcanzó una extensión mayor a los 25 km cuadrados y llegó a tener alrededor de 200 000 habitantes perfectamente organizados en núcleos habitacionales y a menudo agrupados en ramos ocupacionales o artesanales.
Los espacios más importantes del sitio fueron “La Ciudadela”, cuadrángulo que albergó áreas religiosas de importancia, entre ellas el Templo de Quetzalcóatl con su impresionante fachada decorada con grandes cabezas de serpiente, mascarones de Tláloc y la serpiente emplumada, Quetzalcóatl; la “Calzada de los Muertos”, camino procesional de acceso a la ciudad y así llamada por los mexicas, que supusieron que los montículos a sus costados eran tumbas de dioses;
el conjunto de los edificios superpuestos, que muestran etapas constructivas de los primeros años de la ciudad; la Pirámide del Sol, estructura de 64 m de altura, una de las más grandes del país; la Plaza y Pirámide de la Luna, que conforman un bello conjunto de gran armonía arquitectónica y que rematan la parte norte del sitio; el Palacio de Quetzalpapálotl, interesante construcción civil que se cree estuvo dedicada a la clase sacerdotal de la ciudad y que guarda en su interior magníficos restos de bajorrelieves y pinturas murales;
el Palacio de los Jaguares, dispuesto en un nivel más bajo que el anterior y conformado por un patio rodeado por aposentos en cuyos muros aún se conservan restos de pintura mural con imágenes de jaguares que portan penachos y tocan caracoles; el Palacio de los Caracoles Emplumados oculto bajo el de Quetzalpapálotl, que presenta una plataforma decorada con bellísimas pinturas murales en las que hay imágenes de aves y diversos símbolos, y un templo en cuya puerta se observan relieves en piedra de caracoles con plumas.
En otras áreas del centro ceremonial se localizan conjuntos habitacionales donde probablemente vivieron sacerdotes o gobernantes, en los que hay restos de pinturas murales de gran calidad, como los palacios de Tepantitla, Tetitla y Atetelco.
Teotihuacan
Mexico
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